En Chalatenango hay historia y memoria que sigue reclamando la verdad y la justicia para cientos de víctimas inocentes que durante el conflicto armado murieron en manos del Ejército salvadoreño.

La historia es memoria viva que conmemora todos los años a las víctimas inocentes, mujeres, ancianos, niños y hombres campesinos que fueron víctimas del odio que enfrentó por años a los hermanos salvadoreños en un conflicto armado.

Chalatenango la Tierra Bendecida se convirtió entonces en tierra de sudor, de lagrimas y sangre de las víctimas, que según los testimonios de varios testigos, los inocentes fueron masacrados, destripados y desmembrados con crueldad. Estas personas inocentes no tenían armas para defenderse y huían por miedo no porque deber algo.

38 años después de la masacre del río Gualsinga, en Nueva Trinidad, Chalatenango, los habitantes se siguen reuniendo para honrar la memoria de esas víctimas inocentes, elevar plegarias al Todopoderoso y clamar por la justicia negada.

El obisto de Chalatenango, Monseñor Oswaldo Escobar, en su palabra de vida dice que la defensa de los derechos y dignidad de las personas es un compromiso de todos y que las conmemoraciones en memoria de nuestras hermanas y hermanos caídos que murieron aún siendo inocentes deben de llenarnos de esperanza, de fuerza y confianza en Dios.

«Las vícitmas están presentes y no debemos olvidarlas y con esto no estamos abriendo heridas, al contrario, estamos sanando bien las heridas, porque estamos pidiendo verdad y justicia», dijo el religioso.

Los testimonios en Gualsinga son similares a otros que se registraron en distintas partes del país y se caracterizan por la crueldad, por el odio, por la represión. Esas escenas de terror que describen los sobrevivientes y testigos dificilmente se pueden olvidar. Sin embargo, en cada homilia el mensaje es perdonar y no es porque los victimarios y asesinos merezcan el perdón, sino es porque las víctimas y sobrevivientes merecen sanar ese dolor. Pero perdón no significa olvido.

En la masacre a las orillas del río Gualsinga fueron asesinadas más de 200 víctimas inocentes, y fueron desplazadas forzadamente más de mil personas. 38 años después, en el lugar de la masacre, durante la misa dominical de conmemoración de las víctimas se ofrendan machetes para cultivar la tierra, flores, cuadernos, luz, como semillas renovadoras que desplazan los fusiles, soldados y sangre del pasado.

Gracias a la Asociación Sumpul, CRIPDES y la regional CCR Chalatenango, Cáritas, Pro- Busqueda, Pro- Vida, Acisam por mantener el compromiso de reconstrucción de la memoria histórica y a la Universidad de Western de Canadá y a La Iniciativa Cristiana Romero, por acompañarnos en la busqueda de la verdad. #MemoriaHistórica #ProhibidoOlvidar

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